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SURSOCK CON COLOR LOCAL
SURCOCK
Por María Gabriela Zgaib
Al aterrizar en Beirut en verano, te golpea el aire caliente, la humedad te sumerge en un ambiente lleno de caos y flujo ininterrumpido. El tráfico es vertiginoso, la ciudad y su cultura en las identidades localizadas en diversos modos de habitar, decir y significar la vida. La amabilidad de la gente, su larga historia, la belleza en lo inesperado, en lo simple, en la vida cotidiana y en los relatos auténticos. También los aromas de sus comidas, los condimentos, los colores vivos del agua del Mediterráneo y los ocres de los amaneceres. Todo se une y envuelve en un pasado, que conecta dos mundos: el de Sursock como ciudadano libanés y Sursock como museo.

Nicolas Sursock emigró con su familia a Beirut desde Turquía después de la caída de Constantinopla. Se instalaron en el distrito de Achrafieh, en la calle Sursock. Su familia construyó un imperio agrícola-cultural e industrial extendido desde Turquía a Egipto, incluyendo Siria y Palestina. Era un hombre discreto, elegante, líder de la alta sociedad libanesa. Un trotamundos y amante de los objetos bellos, íconos raros, libros y obras de arte que trajo de distintos países como Francia, Egipto, Italia, China, Persia (actual Irán) y ciudades como Jerusalén.

En 1912, Sursock construyó hermosas casas y mansiones privadas con las características arquitectónicas de la época que resaltaban el uso de fachadas de mármol, arcadas, ventanas dobles, de dos o tres plantas y vitrales coloridos que son un claro ejemplo del eclecticismo, donde se combinan sutilmente el estilo árabe con el Renacimiento italiano-veneciano. De su experiencia en la Toscana durante su exilio, el soberano Fakhr al-Din II (1572-1635) puso en marcha un ambicioso programa de desarrollo del país, en el que el estilo renacentista utilizaba las medidas matemáticas precisas para calcular la altura y el ancho con el fin de alcanzar simetría y proporciones armónicas.
En sus interiores existían maravillosos recibidores en los que se distinguían paredes y cielorrasos cubiertos con maderas trabajadas provenientes de Damasco, uniendo los estilos otomano, francés e italiano. La noche antes de su muerte, el 29 de diciembre de 1952, escribió su testamento en árabe expresando su deseo: que la mansión se transformara en un museo donde las grandes obras y objetos antiguos de su colección fueran preservados y exhibidos a todo el mundo.
Es así que en 1960, casi ocho años más tarde, fue declarado Museo Nicolas Sursock. En 1961, Lady Yvonne Sursock Cochrane fue la primera presidenta del Comité del Museo y el conservador Camille Aboussouan inició las exhibiciones de otoño para el público libanés, así como también para el internacional.

El museo posee una colección permanente compuesta por obras adquiridas o donadas dentro de la rama de la pintura, grabado, escultura y objetos tridimensionales. Consiste en una serie de diez historias contadas por veintiún artistas que dialogan entre ellos sobre un mismo tema y que a veces están en desacuerdo y se ignoran.
Las historias son narrativas fragmentadas en tiempo y espacio que se pueden leer como puertas abiertas a una gran reflexión. Una sección adicional está dedicada a adquisiciones y donaciones recientes que se exhiben en rotación.
En el 2001 se inició el primer plan de renovación y expansión que fue realizado por el arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte y la arquitecta libanesa Jacques Abou Khaled, con la construcción de cuatro pisos subterráneos en un área de 7000 metros cuadrados que se vio complicada con la guerra del 2006 y más tarde con la guerra civil y la explosión del puerto de Beirut en el 2020, donde el 70% del edificio fue afectado.
A través de los años, reveló al mundo la habilidad de sobrevivir, readaptarse y acrecentarse con su reapertura en un país como el Líbano. A pesar de tantas tribulaciones, pudo trascender la realidad.

Su misión es preservar, coleccionar y apoyar a los/as artistas locales promoviendo debates artísticos, de identidad, estética y cultura libanesa.

Desde su reapertura, más de mil trabajos se han incorporado a la colección. Entre ellos figuran las 224 pinturas de artistas internacionales como Willy Aractingi (1930-2003), las fábulas de La Fontaine, óleos y carbonillas de Georges Daoud Corm (1896-1971), Assadour (1982), Abboud (1964), F. A. Charaf (1980), E. Bacha (1962-1985), Skamanga (1990), Mansour (2004) y Codsi (1966). Actualmente, el edificio y la explanada lucen como el diseño original.
La sala de recepción está decorada principalmente con piedra y roble y ofrece servicios e información a los visitantes. El segundo piso —con 400 metros cuadrados— está diseñado para las colecciones permanentes, mientras que el tercer piso posee paredes móviles y rotativas según se necesiten en un momento específico. También cuenta con puentes de vidrio, ascensores que conectan espacios simples y elegantes que transmiten tranquilidad y serenidad. Posee una biblioteca, un centro de investigación y restauración, salas de exhibición, un auditorio con excelente acústica e iluminación digital.

Del 25 al 29 de noviembre de 2023 se inauguró el proyecto Modos de Desvanecimiento que forma parte del programa de video BIENALSUR (Plataforma Internacional de Arte Contemporáneo desarrollada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero de Argentina, en la que se reúnen artistas, curadores y público de cinco continentes) con la curaduría de Florencia Incarbone de Argentina y Nayla Tamraz del Líbano, en la cual se presentan obras concebidas como ejercicios de memoria para pensar sobre el pasado, el presente y proyectar un futuro.
El Museo Sursock nos lleva a reflexionar sobre la articulación del pensamiento con la acción y sobre la forma en que deben apropiarse la cultura y el entorno de su historia, tradiciones, personalidad e identidad, en una mezcla cultural y estética que resulta un producto elegantemente fusionado de las costumbres libanesas con las nuevas generaciones.
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