top of page
escaleras-librescas-Libano-700x352.jpg

LITERATURA

MAY ZIADEH
​UNA ESCRITORA FEMINISTA EN EL MUNDO ÁRABE

Por Belén Ziade

May Ziadeh

La historia muchas veces se encarga de trazar un plan macabro, he ahí su cinismo: apagar las voces que se alzaron contra el sistema de una época y subyugarlas al silencio. Este fue el caso de la escritora feminista May Ziadeh —de origen palestino-libanés—, cuyo nombre trascendió más por las cartas íntimas que intercambió durante 19 años con el escritor libanés Khalil Gibran que por su obra prolífica, la cual incluye libros de poemas, ensayos sobre arte y notas periodísticas. 

¿QUIÉN FUE MAY ZIADEH?

feminismo árabe

May Ziadeh

May fue una mujer excepcional. Y no en sentido hiperbólico. Tuvo una formación privilegiada para las mujeres de su época: era completamente bilingüe (árabe y francés), pero además tenía un gran dominio del inglés, italiano, alemán, español, latín y griego moderno. Tradujo las obras de varios autores europeos al árabe: las de Arthur Conan Doyle, Contessa Henriette Consuelo di Puliga y Max Müller. 

Nace el 11 de febrero de 1886 en Nazaret, en un momento intersticial, de cambio de siglo, caracterizado por una oleada de movimientos sociales y artísticos conocido como Al-Nahda o «Renacimiento árabe». De padre libanés y madre palestina, su vida transcurre entre Nazaret, Líbano y Egipto. Al terminar la  primaria, continúa  sus  estudios  secundarios  en  un convento francés para mujeres en Aintoura, Líbano, y regresa en 1904 a su

ciudad natal. Su traslado a Egipto en 1908 tiene un papel fundamental en su vida: allí se une al movimiento feminista liderado por Huda Shaarawi —máxima exponente del feminismo musulmán—, se gradúa en Lenguas Modernas en la Universidad de El Cairo en 1917 y estudia Ciencias Coránicas en la Universidad de Al-Azhar. A los 22 años empieza a publicar en el diario Al Mahroussah, que había fundado su padre. Sus artículos se caracterizan por defender tres pilares: la libertad de prensa, el derecho de las mujeres al acceso a la educación y la necesidad de una tolerancia religiosa en los países árabes.  

LA VICTORIA OCAMPO DEL MUNDO ÁRABE: MAY Y SU SALÓN LITERARIO

Punta Chica, Partido de San Isidro. Callecitas de piedra bordean una manzana perimetrada con muros construidos sobre la inclinación de una barranca. Adentro, la casa de los Ocampo, una mansión rodeada de parques con vista al río. En ese lugar, a principios del siglo XX, Victoria Ocampo organizó las tertulias literarias más famosas de la época. Uno puede imaginar a Silvina Ocampo, Borges, Bioy Casares, Rabindranath Tagore, Albert Camus, Graham Greene, Roger Caillois, Gabriela Mistral, Ígor Stravinski, Federico García Lorca, María Elena Walsh, entre otros, conversando en el gran salón que Victoria disponía para los encuentros. 

En 1912, unos años antes que Victoria —y en El Cairo—, May ya había fundado un salón literario en la casa de sus padres, destinado al encuentro de los escritores y las escritoras más célebres del mundo árabe. Entre los que frecuentaban su salón estaban Taha Hussein, Khalil Moutrane, Ahmed Lutfi el-Sayed, Antoun Gemayel, Walieddine Yakan, Abbas el-Akkad y Yacoub Sarrouf. Era uno de los pocos salones de la época que no era exclusivo para varones. Se dice que le gustaba reunir a intelectuales con ideas contrapuestas y generar así un debate enriquecedor sobre el arte. Al igual que Victoria, May dedicó su vida a la cultura y aprovechó ese espacio y su enorme influencia para hablar sobre los derechos de las mujeres, la imperiosa necesidad del acceso a la educación y su participación en la vida pública.

RENACIMIENTO ÁRABE Y LA OBRA DE MAY ZIADEH

Antecedentes de Al-Nahda

Egipto, siglo XVIII. Napoleón Bonaparte invade el país. Los egipcios entran en contacto directamente con la cultura europea e incorporan avances científicos, educativos y conocimientos de Occidente. Más adelante, en 1860, las tropas francesas invaden Líbano para «proteger» a los cristianos maronitas de una masacre provocada por el Imperio otomano, del cual el Líbano formaba parte desde el siglo XVI. En 1923, tras la Primera Guerra Mundial y la partición del Imperio otomano determinada por Francia y Gran Bretaña, se asigna el Mandato francés de Siria, que incluyó los actuales territorios de Siria y Líbano. Ambos quedarán bajo el dominio de Francia hasta sus independencias.

Al-Nahda

No existe una traducción precisa para este movimiento sociocultural que comenzó a fines del siglo XIX y principios del XX en Egipto, Siria y Líbano, y que luego se extendió a otros países árabes. Algunos lo traducen como la Primavera, el Renacimiento o Despertar árabe. A diferencia del Renacimiento europeo,  Al-Nahda no consistió en una vuelta al pasado clásico árabe, sino en abrazar los aportes e influencias de Occidente, así como de otros países islámicos como Afganistán. Se introdujeron los modelos de géneros literarios europeos, como el teatro, el ensayo, el cuento y la novela. Muchos de quienes colaboraron con este cambio eran migrantes que habían estudiado en el extranjero y que, al volver, incorporaron estos nuevos saberes.

 

Otra de las preocupaciones de este período fue la reforma de la lengua: había quienes sostenían la necesidad de conservar «la pureza» de la lengua árabe (reformistas conservadores) y otros que abogaban por una simplificación del idioma y adaptación a los nuevos tiempos (reformistas liberales), sobre todo por la aparición de la prensa escrita que demandaba una lengua más ágil y funcional a la inmediatez de la escritura periodística. May integró este movimiento activamente con su contribución a la modernización de la lengua, tanto en sus artículos en el diario Al Mahroussah, como en sus obras y traducciones.  Además, Al-Nahda dio visibilidad a los movimientos feministas árabes, para los cuales, como veremos más adelante, May fue una figura clave.

LA OBRA DE MAY ZIADEH

Su primer libro fue Flores de ensueño (1911), un poemario escrito en francés bajo el seudónimo de Isis Copia. A medida que su escritura fue madurando, empezó a publicar en árabe, reivindicando su idioma materno como lengua culta: de sus 15 libros se destacan varios trabajos de crítica de arte, ensayos, poesía de verso libre y novelas. Lo cierto es que si bien publicó muchos libros: Seeker in the Desert (seudónimo de Malak Hifni Naser), Platters of Crumbs, Humiliation and Rumors, Words and Signs, The Newspapers, The Meaning of Life, Equality y Between the Ebb and Flow, existen muy pocas traducciones al español y, en Argentina, muy difíciles de conseguir. Al final, compartimos un poema de May sobre el Líbano.

FEMINISMO ÁRABE: LAS VOCES QUE ALZARON EL VELO

huda sharawi

De izq. a der.: Nabawiyya Musa, Huda Shaarawi y Saiza Naharawi

El Cairo, primavera de 1923. Huda Shaarawi y un grupo de mujeres regresan del Congreso Feminista de Roma y, por primera vez en la historia, las mujeres se quitan el velo en la vía pública, en este caso en la estación frente a una multitud, como gesto de la liberación femenina y una necesidad de arrancar ese símbolo visible de la dominación masculina sobre las mujeres musulmanas. Como muchas que integraron el colectivo feminista de esta primera etapa, Huda pertenecía a la clase alta, con un excelente nivel cultural y de educación. Fundó la Unión Feminista Egipcia (UFE) para reivindicar el voto femenino, mejoras educativas para las mujeres, acceso al mundo laboral, prevención de la poligamia y el incremento de la edad de matrimonio en las niñas, entre otros aportes.

EL RENACIMIENTO DE EGIPTO

«El renacimiento de Egipto» (1928), del escultor Mahmoud Mokhtar. Representa la nación  moderna como una mujer que se quita el velo a la vez que abraza la esfinge.

A pesar de ser cristiana maronita, May Ziadeh se une al movimiento liderado por Huda Shaarawi, ya que la «causa de las mujeres» —como sostuvo May en un artículo, siendo la primera en utilizar este término— fue más allá de las creencias religiosas. A ella la movilizaba sobre todo la emancipación de la mujer, el acceso a la educación y su participación en la vida pública. Ya en 1919 había dictado una conferencia en la Universidad de El Cairo para homenajear a Malak Hifni Nasif, una de las primeras periodistas en hablar de feminismo que asistía a su salón literario.

El reparto de lo sensible

 

El  filósofo  Jacques  Rancière  plantea,  respecto de la visibilidad de voces marginadas,  el concepto  de «reparto  de  lo  sensible»:  no se

trata solo de que otros visibilicen esas voces relegadas, sino de quiénes están habilitados para hablar o escribir —de tener una voz— en una determinada cultura. La causa feminista en general empezó a construir ese camino de lucha para poder instalar sus voces y dejar de ser narradas por otros.

«No creas que la cultura destruye la feminidad de la mujer. Al contrario, eso se multiplica

decenas de veces y empuja a las mujeres a realizarse».

 

«Cantamos en vano hermosas palabras, palabras de libertad y libertad.

Si ustedes, hombres de Oriente, mantienen el núcleo de la esclavitud en sus hogares,

representado por sus esposas e hijas, ¿serán libres los hijos de los esclavos?».

 

Estas son algunas de las afirmaciones que May escribía en sus artículos. Desafiantes, filosas y arriesgadas para una mujer de su época, aunque esas voces empezaban a encontrar un tono coral junto con las feministas árabes y el mundo entero. No hay que olvidar que en 1929 Virginia Woolf publica Un cuarto propio, donde invita a reflexionar sobre el rol de las mujeres en el mundo de la literatura y en la sociedad, la importancia de su emancipación económica y de un espacio para poder crear libremente. Asimismo, en 1936, en nuestro país, Victoria Ocampo crea la Unión Argentina de Mujeres. Fue una de las primeras feministas de la Argentina y activa defensora de los derechos de la mujer. En la revista Sur, fundada por ella, les dio la oportunidad a muchas escritoras que no eran publicadas en sus países de origen. Y, como dato de color, fue la primera argentina en obtener la licencia de conducir.

SU RELACIÓN CON GIBRAN

escritores libaneses

En Llama azul —libro editado por el Instituto Árabe-Hispano de Cultura— se reúnen muchas de las cartas inéditas que Khalil Gibran envió a May Ziadeh durante 19 años hasta su muerte, en 1931. Él desde Nueva York, ciudad donde encontró el desarrollo de su carrera artística; ella desde Egipto. La relación entre ellos era profunda, íntima y desgarradora, a pesar de nunca haberse conocido. May fue ungran impulsora de la obra de Gibran: «Yo confío en todo

May Ziadeh y Khalil Gibran

lo que me diga!», leemos en una carta. Ella publicó artículos haciendo críticas positivas de sus libros y él le confiaba sus primeros ejemplares a May. Gibran empezó a ganar una acalorada fama y cuando discutían o se enojaban, en algunas cartas escribe: «¿De qué le sirve al hombre ganar la estima del mundo si pierde la de May?».

 

A muchos la distancia los separa; a otros les da una mejor perspectiva. En el caso de Ziadeh y Gibran, a través de las cartas fueron construyendo una admiración mutua, una confianza ciega e irrefrenable, al punto de que, al caer uno, se desestabilizaba el otro. Gibran reflexiona sobre esto en una de las cartas:

 

«El amigo ausente puede estar más próximo y cercano que el amigo presente. ¿No es el monte más impresionante y de más clara apariencia para el que marcha por la llanura que para el que vive en él?».

 

A sus 45 años, tras la muerte de Gibran, May cayó en una profunda depresión, ya que a eso se  sumó la pérdida de sus padres entre 1928 y 1932. Regresó al Líbano y no obtuvo consuelo: su familia la internó en un hospital psiquiátrico por su depresión y por expresar sus ideas feministas. Logró salir gracias a la ayuda de algunos amigos y regresó a El Cairo. Su final fue injusto y despiadado y, más aún, cuando su nombre brilla tras la sombra de Gibran, quien, paradójicamente, la impulsó a continuar escribiendo, a no abandonar su lucha, su vida ni sus deseos.

 

En homenaje a nuestra escritora libanesa, transcribo una de las pocas traducciones al español que existen de sus poemas:

Adiós, Líbano

 

«Adiós, montañas libanesas.

 

Me alejo

de tus guirnaldas de rosas rosadas,

tus fresas de satén rojo brillante.

 

Egipto llamó con voz seria,

y ya el balanceo de mi barco

da nuevos frutos.

 

Pero mar, susurra tus canciones de cuna

por favor, porque me duele mucho.

Olas suaves de casa, solloza por mí.

 

No te vayas tan rápido, mi amor.

Dejándote, mi pecho está todo herido,

totalmente tierno.

 

Líbano,

 

tú me hiciste. Tus noches de mal humor

pusieron la oscuridad en mis ojos

y pusieron una vena de relámpago en mi alma.

 

Tus cascadas de encaje blanco tejieron

enredaderas de jazmín y serenatas de laúd a

través de mí,

 

y mi palabra es el Espíritu que

murmura en tus bosques.

Mis temporadas caprichosas son las tuyas:

 

mi alma es a veces salvaje,

una garza volando más

allá de la orilla del océano,

 

y a veces me acurruco

como una anémona cuando me tocan,

húmeda con delicadas lágrimas de espuma de mar.

 

Desapareciendo de la vista, eres un sueño

que termina. Pero el dolor continúa.

Adiós, mi nido.

 

Te amo, Líbano. Te adoro.

Líbano, adiós.

Mi corazón-

 

rosas rosadas,

fresas rojas

 

—Se convierte en vapor con la palabra:

 

Adiós.

 

Adiós».

May Ziadeh

(Trad. del francés: Rosa DeMaris)

  • Facebook
  • Instagram

¡Seguínos en redes!

bottom of page